miércoles, 10 de agosto de 2011

PUESTO DEL VICE (SIGLO XVI)

El Vice recapacitará y se comprará una escopeta nueva
Un abrazo...y perdón por la broma
El Presi

Puesto del Vice (Siglom XVI)

El Vice fué al puesto acompañado de su amigo Francisco (novel en estos menesteres, pero con ansias de aprender).

El Vice llevaba su retaco en band9lera y en la mano derecha la jaula del perdigón cubierta con la sayuela.
Apenas se anunciaba el sol, cuando entraron en el tollo, una gran mata hueca con una tronera al frente para disparar. El vice afirmó el tanganillo con cuatro piedras, colocó sobre él la jaula desnuda, y luego se metió en el tollo y se sentó en la banqueta, junto a Francisco. El día iba abriendo y, mientras el macho emitía elprimer coreché de la mañana.
El Vice le mostró muy ufano su retaco, la escopeta que había comprado muchos años atrás con poco más de una vara corta. El propio Vice, hábil de manos, había desbastado la culata de nogal y encepado el tubo de hierro en el otro extremo. El cañón se cargaba por la boca, baqueteando la pólvora con un taco de goma y poniendo encima un puñado de perdigones. El Vice le enseñó los perdigones de plomo que unos amigos le mandaban desde Alemania. Al mortrarle el sitema de fogueo puso en ello un entusiasmo pueril. Se trataba de una especie de serpentín, como una ese, en cuya parte superior se colocaba la mecha que hacía de percutor, en tanto que la inferior hacía de gatillo (le recordaba y tenía la ilusión de algún día si tenía un barco,. emplearía el mismo sistema, y lo bautizaría con el nombre de Zeus).
Al oprimirlo, la mecha bajaba sobre el agujero del tuboy al ponerse en contacto con la pólvora provocaba la explosión, pero el cazador de3bía seguir a la pieza durente cuatro o cinco segundos, hasta que aquella se producía, si aspiraba a cobrarla.
La luza ensanchaba y el perdigón llenaba el campo con su cántico ardiente y persuasivo.
De la parte del monte sonó una respuesta remota.
- Oye. El campo ya contesta
- Y acude a liberar a la prisionera

El Vice sonrió, con la sonrisa indulgente del experto ante el novicio.
--No se trata de eso-dijo-Los pájaros están en celo y el páqjaro acude a la llamada del otro para disputarle la hembra. Entra para pelear. Y unas veces viene solo y otras trae a su compañera para que sea testigo de su proeza.
El campo contestaba cada vez con mayor ahínco y la perdiz enjaulada estiraba el cuello y difundía su coreché por el ancho mundo del páramo.
El Vice sacó cuidadosamente por la tronera la boca de su retaco y advirtió a Francisco:
-Guarda silencio.
El macho cambió de tono y sustituyó el áspero coreché del comienzo por una parla inextricable, farfualladoara y confidencial
-Ojo, ya recibe- dijo El Vice
Francisco se empinó en su asiento hasta divisar el perdigón enjaulado. Daba vueltas sobre si mismo picoteando los alambres sin dejar de parlotear, mientras otra perdiz, al pie del tanganillo cuchicheaba en tono menor. El Vice swusurró de pronto afianzando en el hombro la culata de su retaco.
-Ya est.a ahí ese insensato. ¿Lo ve?
Francisco asintió. La perdiz libre erguía el cuello y miraba a la jaula con ojeriza. El Vice añadió.
-Detrás viene la hembra.
Francisco se asomó a la mirilla, y efectivamente una perdiz de menor tamaño seguía a la primera.El Vice aplastó la mejilla y apuntó sobre la más grande. Estaba a veinte varas junto al pulpitillo, y abría las alas en actitud retadora.
El Vice oprimió la parte baja del serpentín y, nerviosamente, siguió por el punto de mira los pasos del macho hasta que la explosión le aturdió.Cuando el humo se disipó, Francisco vió la perdiz aleteando impotente en el suelo, mientras tres plumillas azuladas nse elevaban en el aire y la hembra se alejaba pausadamente del lugar de la tragedia.
El Vice puso la culata de su retaco en el suelo. Sonreía.
-Todeo funcionó a la perfección. ¿No cree?
Francisco frunció los labios disgustado.No aprobaba la emboscada, aquella espera alevosa, la intromisión de su amigo en la vida sentimental de los pájaros.
Pero El Vice, insensible atascaba de nuevo la pólvora en el tubo de la baqueta.
-¿No le ha gustado?.Es un método de caza limpio, casi científico.
Francisco denegó con la cabeza
-Me parece deshonesto, ese juego con el amor. ¿Por qué disparó vuesa merced?
El Vice encogió los hombros. Por la tronera se veía el perdfigón enjaulado, ahuecando las plumas, pavoneándose de suhazaña.
--No tengo otra salida - Si no le disparase el perdigón se malearía y no volvería a cantar. La muerte es necesaria para que el prisionero siga incitando al campo.
De nuevo volvía el silencio. Por la mirilla se decubría un páramo lleno de luz. Un majano, a la derecha, producía una sombra negra y escueta.La hierba era prieta y fresca.
El macho de la jaula parecía parecía repuesto, olvidado de su adversario, y volvía a engallarsey a convocar al campo. La escena inicial volvió a repetirse media hora más tarde, pero ahora entró solamente un macho, un macho viudo o soltero, desparejado.
Elo Vice, nervioso, metió la baqueta por el cañón, pero no entraba bien, se demoraba el arma, lástima... y el macho allí...se abalanzaba contra la jaula.
-¿Qué pasa?-Preguntaba Francisco
Hacía calor dentro del tollo.El perdigón daba vueltas sobre sí mismo y de cuando en cuando emitia un coreché flaccido, sin el empuje inicial. Se entabló un diálogo con poco aliento entre los dos pájaros sin dejar apenas pausa entre sus cantos.
El Vice luchaba con su retaco. Se le escapó alguna palabra malsonante, que Francisco disimuló no oir.
Al fín consiguió que entrara la baqueta y ya colocó el cañón sobre la mirilla y....,disparó
-!Cielos! . Que ha ocurrido aquí.
La tronera ha saltado en añicos.
Francisco palideció asustado
-Dijo El Vice-- Ha sido una lástima- No es la primera vez... ni será la última.
Entónces Francisco, dirigiéndose a él y poco menos que traqueteándolo le gritó:
-VICE, POR FAVOR,DESPIERTA, DESPIERTA... ¿POR QUÉ NO TE GASTAS DE UNA PUÑETERA VEZ SEISCIENTOS EUROS Y TE COMPRAS UNA ESCOPETA NUEVA?